La decisión depende totalmente de nosotros

La decisión depende totalmente de nosotros

El Gaón de Vilna dice que lo que una persona dice que quiere, o incluso, lo que siente que quiere, no tiene ninguna relación con lo que realmente quiere. Al Yetzer Hará se le dio permiso para hacer que una persona sienta que quiere algo que realmente no quiere. Y lo mismo se cumple con lo que una persona siente que puede o no puede hacer. Esto no tiene ninguna relación con lo que en realidad puede o no puede hacer. Entonces, ¡siempre cree que vas a tener éxito aunque sientas que no vas a poder lograrlo!

El obstáculo más grande en el éxito es no creer que uno puede llegar a triunfar. El primer obstáculo para poder ganar esta batalla no se encuentra en nuestros genes, nuestra niñez o nuestro entorno. Si tú crees que puedes tener éxito y quieres hacer el esfuerzo, entonces encontrarás la manera de hacerlo. Absolutamente nada se interpone en el camino de una RATZÓN (voluntad) verdadera. En nuestro sitio en la web, se encuentran publicadas historias de recuperación, que nos muestran que aun personas en condiciones peores que la tuya han logrado liberarse de estas conductas adictivas.

Debemos verdaderamente querer salir de este Mitzráyim. Jazal dicen que aquellos que no quisieron salir de Mitzráyim murieron en la plaga de la oscuridad. Desde el comienzo de nuestro viaje, debemos estar decididos a que nunca nos daremos por vencidos y que siempre seguiremos intentándolo, sin importar nada.

Rabí Tzadok HaKohén de Lublin escribe (Tzidkat HaTzadik 154): “¡Así como uno debe creer en Hashem, así también debe creer en sí mismo!” Hashem quiere que CREAMOS en nuestras fuerzas, nuestras capacidades y en nuestra habilidad para poder superar lo malo y alcanzar la grandeza.

Aunque sintamos que estamos trabados, la decisión está completamente en nosotros. El truco para el éxito verdadero es querer lo suficiente. Entonces, seamos sinceros con nosotros mismos. Si descubrimos que no queremos deshacernos de la lujuria por completo, entonces, debemos preguntarnos: “¿Por qué no? ¿Necesitamos realmente ir detrás de ese apetito sexual descontrolado? ¿Qué beneficio nos da?” ¡Hay tantas cosas mucho más importantes en la vida! Cuando tratamos de aferrarnos al veneno de deseo sexual, estamos actuando como pequeños bebés que patalean y gritan cuando el padre les quiere quitar las pastillas de colores que son medicamentos y que ellos pensaron que eran caramelos. ¡La lujuria es un veneno! Si continuamos alimentándola, terminará por acabar con nuestras vidas. Dejemos que nuestro Padre nos la quite de nuestro medio.

Sin dolor, no hay beneficio.

Por naturaleza, nos sentimos atraídos hacia aquello que nos hace sentir bien y que no produce dolor. En ese sentido, no somos diferentes de las vacas. Los animales no entienden que una experiencia dolorosa puede ser beneficiosa. ¡Trata de explicarle una cirugía a una vaca! El placer y el sufrimiento son partes de la vida. Pero debemos elegir qué placeres queremos y qué sufrimientos queremos. Y la elección es entre el placer falso que nos ofrece el deseo sexual o los placeres que Hashem quiere que tengamos, que son infinitamente mucho más grandes. ¿Nosotros elegimos el dolor del “ejercicio” espiritual o el dolor del Yetzer Hará haciéndose más fuerte?

Como señalamos en la herramienta 1 del manual, el Steipler señala que todo aquel que se mantiene alejado de todos estos placeres prohibidos, se le promete que va a recibir los placeres de la vida por otros meD’os, en otras áreas. Y continúa diciendo que todo aquel que acepta el sufrimiento que implica la liberación de esta conducta adictiva, se salvará de otros sufrimientos en otros aspectos de la vida.

Si decidimos que no importa cuán doloroso sea y que nosotros no vamos a darnos por vencidos -incluso aunque sintamos que nos estamos muriendo- Hashem nos quita el dolor y todo se nos vuelve más fácil.

Convirtiendo la liberación en nuestra prioridad máxima

No se logra algo que valga la pena sin invertir en trabajo arduo. Uno de los más grandes obstáculos que le impiden a la persona cambiar es la idea que puede hacerlo sin la necesidad de invertir tanto. Vivimos en una generación donde los resultados son instantáneos, y esperamos que todo lo que tenga que suceder, suceda rápido. Muchas veces nos olvidamos que todo nuestro propósito en este mundo es crecer y mejorarnos. Tendemos a considerar cualquier debilidad que tengamos como un “inconveniente” que debe ser sacado del camino (o ignorado), cuando en realidad es el mensaje personal de Hashem que nos está diciendo exactamente el motivo por el cual Hashem nos mandó a este mundo. Y se encuentra escrito en los Libros (como en Tzidkat HaTzadik #49 y #181) que las cosas con las que más luchamos en la vida son las mismas cosas por las que vinimos a este mundo a reparar.

El Gaón de Vilna (Séfer Yoná 4:3) habla sobre los Guilgulim - reencarnaciones (un guilgul significa que el alma vuelve a este mundo después de una vida previa), y explica que toda alma posee algo importante que debe reparar -en el mismo aspecto que echó a perder en su vida anterior- por cuya razón volvió a este mundo. El Gaón de Vilna se pregunta: ¿Cómo podemos saber cuál es el propósito del Guilgul de nuestra alma? Él contesta que lo podemos saber al observar qué pecados cometemos con más frecuencia y cuáles son las tentaciones tras las cuales nos dejamos llevar.

Entonces, si por ello bajamos a este mundo, hagamos que el crecimiento en este aspecto sea lo más importante de nuestra vida.

Una satisfacción verdadera vs. Una satisfacción falsa

El trabajo y la misión del Yetzer Hará es causarnos daño y para hacerlo recibió permiso para utilizar el placer y el “sipuk” (la satisfacción) como un medio de engaño y así lograr causarnos daño. De lo contrario, ¿cómo es posible que pudiera llevar a cabo su misión? Debemos entender que sus meD’os de seducción son como los de un terrorista que nos ofrece una porción de torta para embaucarnos. Sabemos que ofrecernos torta no es su intención, sino que su objetivo es utilizar la torta como un medio para causarnos daño de alguna forma. Sólo el placer que se encuentra ligado a la verdad tiene kiyum (permanencia) porque permite completar una mitzvá (precepto); por ejemplo, el comer carne en Yom Tov o el disfrutar el Shabat. Pero el placer que se encuentra ligado a la mentira no tiene kiyum, lo cual explica por qué cuando el placer se termina no sentimos ninguna satisfacción. Y tampoco hablamos de ello con quienes nos aman, con quienes quieren lo mejor para nosotros, porque sabemos que sólo está ahí para dañarnos. Y esa también es la razón por la cual volvemos a desearlo poco tiempo después, aun cuando ya lo tuvimos. Después de todo, si era verdad, ¿por qué ya no está allí? Sentimos un vacío y entonces buscamos volver a llenar ese vacío con otro falso sipuk (satisfacción).

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